“Viral” es un adjetivo que hace referencia a “virus”, es decir, un organismo de estructura muy sencilla, capaz de reproducirse y propagarse de forma incontrolada a gran velocidad.

Hace unas décadas, tan sólo se conocían las enfermedades virales, aquellas infecciones adquiridas por contagio como la gripe, la hepatitis o el sida. Con el auge de los ordenadores y el incremento de las conexiones a Internet, empezaron a sonar los “virus informáticos”, infecciones también pero que afectaban, esta vez, a nuestras máquinas inteligentes.

Sin embargo, a finales de los 90, surgió un concepto diferente de virus que, por primera vez, no tenía connotaciones negativas. Se trataba del marketing viral, una nueva forma de marketing basada en la utilización de las redes sociales y otros medios electrónicos para propagar un mensaje a una gran cantidad de personas de forma rápida. No se trataba esta vez de spam, sino de recomendaciones positivas transmitidas a través del “boca a boca”.

Y el mejor ejemplo de este tipo de herramientas es, nada más y nada menos, que Facebook, un fenómeno que ha conseguido sobrepasar fronteras a todos los niveles: geográficos, culturales, lingüísticos… Lo que empezó siendo una forma de entretenimiento basada en el “cotilleo”, se está transformando en una potente herramienta comercial para las empresas.

Se trata de la Web 2.0, responsable de convertir en principal protagonista la interacción con el usuario. Y es que extraer información del público, en muchas ocasiones, es mucho más beneficioso que hacer llegar la propia. Conocer los gustos y costumbres, las opiniones, los intereses y las necesidades del consumidor puede convertirse en la clave para el progreso y la evolución.