Está demostrado que una conversación vía texto puede tener distintas entonaciones, dependiendo del sentido que el emisor le quiera dar, y de cómo el receptor lo reciba. En este plano también entran en juego las emociones de ambos usuarios en el momento que realicen el contacto y, por ello, un texto plano, sin expresar el tono adecuado, puede ser motivo de malos entendidos.
A raíz de estos problemas surgieron los emoticonos, esos dibujitos que aparecen en los servicios de mensajería, tanto móviles como virtuales, que ofrecen al usuario la posibilidad de expresar lo que siente en cada momento.
El primer emoticono fue creado por el ingeniero Scott E. Fahlman en 1982 y, desde entonces, se han hecho cada vez más populares, hasta el punto de convertirse en una pieza clave en el mundo de la comunicación a través de la tecnología actual. Los descendientes de los emoticonos, los emojis, surgieron años después, entre 1998 y 1999 en Japón y, solo un año después, se creó todo un directorio con más de mil emojis, para los que todas las compañías de telefonía móvil obtuvieron la licencia para incorporarlos dentro de sus recursos.
Según un estudio realizado por tres psicólogas de la Universidad de Edge Hill (Reino Unido) Helen Wall, Stephanie Malone y Linda Kaye denominado “Una exploración de factores psicológicos del uso de emoticonos e implicaciones para una exactitud de juicio”, más del 90% de la población usa un emoji al enviar un email, un sms o un mensaje por Whatsapp o Twitter. Esta nueva metodología de comunicación está ligada a la hora de forjar la imagen que queremos dar de nosotros mismos o expresar nuestro carácter. Por ello, este estudio reveló que la gente que tiende a usar iconos como el smile sonriente es en realidad más agradable y abierta (y esto también lo percibe el receptor).
Entonación del mensaje
Estas psicólogas también apuntan en su escrito que el aspecto más relevante y característico del uso de emojis es la reducción del nivel de ambigüedad en la comunicación a través de mensajes. Estas pequeñas caras, gestos u objetos (entre otros) inicialmente nacieron para solucionar esta cuestión, pero con su evolución no solo permiten comprender mejor el mensaje del emisor, sino que aportan un componente emocional, creando así una comunicación más fluida y una comprensión más clara y concisa.
Esta nueva forma de comunicación no ha sustituido al lenguaje escrito, sino que lo ha enriquecido, haciéndolo más rápido, casi a la velocidad del habla cara a cara. Aunque expertos lingüistas del Reino Unido e Irlanda han aclarado que los emojis no son un lenguaje y no cumplen con las leyes de un lenguaje (como la gramática), sí lo acompañan y enriquecen hasta el punto de mejorar la comunicación y hacerla más personal.
DATO CURIOSO: La empresa Tiny Books, especializada en el diseño de libros donde el contenido son conversaciones de Whastapp, elaboró un estudio en el que se recopilaron los emojis más usados en España en 2015. Uno de los datos extraídos de esta investigación revela que, dependiendo de la zona geográfica, cambia el uso de los emojis. Además, en cada comunidad autónoma predomina la utilización de un determinado icono. Así pues, en Andalucía se usa más la cara con dientes; en Cataluña, por ejemplo, se recurría a los aplausos y en Madrid triunfaba la carita boquiabierta de espanto, mientras que en Canarias el monito que se tapa los ojos.