Muchas veces debemos sentarnos en una mesa o colocarnos en un atril con un micrófono por delante para dirigirnos a un público que está esperando escuchar algo interesante por nuestra parte. En algunas ocasiones será para hablar sobre nuestra empresa; en otras, para impartir algún tipo de charla sobre nuestra especialización. Sin embargo, hay algo que siempre está presente y se materializa en forma de pellizco en el estómago que no termina hasta que comprobamos que la cosa marcha y tenemos al público enganchado. Pero, ¿cómo llegar hasta ese punto?

1. Trabaja antes. Una ponencia o charla comienza mucho antes de subirnos al estrado. Por ello, la preparación, la adecuación del discurso a la tipología de los asistentes o la mentalización son aspectos que se deben tener muy en cuenta. Si improvisas, se nota y se transmite una imagen de desinterés que es muy difícil de borrar.

2. Ten las ideas bien organizadas y esquematizadas. Es muy posible que se nos ocurran nuevas ideas sobre la marcha y, para mantener el hilo, es importante saber qué puntos queremos tratar y el orden de los mismos. Así, no nos perderemos ni nosotros ni nuestro público.

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3. Controla el tiempo. ¿Cuántas veces hemos escuchado una charla que se entretiene demasiado al principio y pasa por el final casi de puntillas? Todo lo que quieras comentar es igual de importante, por lo que no tiene sentido dedicar un mayor espacio a una parte que a otra. Por ello, tener perfectamente estructurado el tiempo y controlarlo continuamente permitirá que nuestra presentación tenga un desarrollo lógico y un final adecuado, tal y como se había planteado durante la fase de preparación.

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4. Empatiza con el público. Imagínate que estás sentado en alguna de las sillas que tienes enfrente, ¿qué te gustaría escuchar?, ¿de qué forma prefieres que te cuenten las cosas? Si alguien habla continuamente de su producto sin tener en cuenta lo que le interesa a los asistentes, probablemente estos desconecten y no escuchen nada más. Sin embargo, si se incluyen historias, digresiones o anécdotas, el público se enganchará a nuestro discurso.

5. La primera frase es la que más cuesta decir, así que tenla bien aprendida. Si empiezas titubeando, sin saber a quién dirigirte, probablemente te cueste demasiado remontar el vuelo. Sin embargo, si dices con decisión quién eres, de dónde vienes, de qué vas a hablar o cualquier otra información que tengas preparada, lo demás vendrá seguido e irás ganando confianza.

6. Disfruta. Tener por delante a un grupo de personas que quiere escuchar lo que dices es una suerte que debes valorar. No te dediques solamente a hablar; observa sus caras y sus gestos, pregúntales qué opinan, invítales a participar del diálogo y aprende de ellos. Así, se pasará un buen rato con las aportaciones de todo el mundo e irás ganando experiencia para futuras ponencias, además de conocer los gustos de tu público e incluso generar nuevos contactos.

Borja Gómez

@borjapolis

Director de Relaciones Externas de Seis60