Durante mucho tiempo se ha estado hablando de caída en las ventas de todo tipo de productos. El comprador tiene miedo a gastarse un euro sin saber si a final de mes cobrará su nómina. “Mejor aguantamos a que todo mejore”, es el pensamiento generalizado del consumidor medio español, mientras se tranquiliza pensando que, tarde o temprano, lo malo acaba pasando.
Sin embargo, ya se empieza a vislumbrar una esperanza en el horizonte. ¿Qué se espera como salvador? Si la banca sigue estancada, la Administración Pública no ofrece soluciones, el sector privado cierra filas, lo único que puede sacarnos de esto es… El fútbol. Y es que, por primera vez en la historia, la selección española es favorita con argumentos de peso para ganar el Mundial. Los fuegos de artificio y las malas tardes han quedado atrás, y todo lo que se acerca a La Roja es sinónimo de éxito y del favor público.
Por supuesto, esto no ha pasado inadvertido en el mundo empresarial. De repente han empezado a aflorar promociones inspiradas en el sentimiento patrio: Si España gana el Mundial, te regalan una tele, un GPS, un portátil o lo que haga falta. La intención es buena, porque lo que se busca es estimular las ventas aunque éstas se encuentren ya en la UCI. Se trata, al fin y al cabo, de un masaje cardíaco necesario con un motivo original y arriesgado.
Sin embargo, a fuerza de explotarla, la gallina de los huevos de oro puede acabar muriendo de éxito. Una vez que muchas grandes empresas se han unido a la corriente imperante de “si España gana el Mundial”, ¿qué permitirá diferenciar a unas de otras? ¿Por qué habría de considerarse original o llamativo algo que hace todo el mundo? En resumidas cuentas, ¿valdrá la pena el riesgo –aunque controlado- en forma de pérdidas si La Roja se proclama campeona, con tal de ponerse un bonito traje que lleva todo el mundo?
La solución puede encontrarse, tal vez, en mirar esta realidad desde otro punto de vista. Está bastante claro que aprovechar el tirón de un Mundial en el que por vez primera la selección española es favorita supone una excusa perfecta. Pero hay sitio para todos y multitud de huecos libres; los departamentos de comunicación de las empresas que quieran utilizarlo han de esforzarse un poco en definir cómo van a hacerlo, y no sumarse al fácil y manido “si España gana el Mundial”. Es hora de darle una vuelta de tuerca a lo ya conocido.