Durante los últimos tiempos, los periodistas estamos asistiendo a una situación preocupante tanto para el sector como para la sociedad. Casi cada día se conoce el despido de compañeros o el cierre de cabeceras, radios o televisiones. De esta forma, la labor social que realizan los profesionales de la información encuentra cada vez mayores dificultades para desarrollarse.
En contra de lo que muchos puedan opinar, es una situación en la que llueve sobre mojado, porque esta labor ha tenido que hacer frente, desde siempre, al intrusismo, a los bajos salarios (muchos de los cuales se están denunciando últimamente bajo el título ‘Gratis no trabajo’) y a los horarios intempestivos.
Es el momento de reivindicar la importancia de esta profesión, e incluso de reinventarla y adaptarla a las nuevas estructuras sociales, a las continuas innovaciones que se suceden y que no pueden verse como algo lejano. Si hace unos años lo que se cocía en las calles se trasladaba a la redacción para divulgarlo al mundo, ahora las nuevas tecnologías permiten el seguimiento minuto a minuto de los acontecimientos. E, incluso, interactuar y enriquecerse con las aportaciones de los receptores de la información, que ya no leen pasivamente las noticias en el periódico, sino que las reciben en su timeline, las comparten, retwittean, comentan y difunden simultáneamente.
Numerosas asociaciones, sindicatos y grupos empresariales están liderando esta corriente en la que los periodistas tenemos la oportunidad de posicionarnos, de nuevo, como un destacado agente social, unido, moderno y renovador. Entre estas entidades, se puede citar la labor de la cooperativa Se Buscan Periodistas (SBP), la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), o la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP).
Estamos en un punto de inflexión que, como todos los cambios, se pueden aprovechar para ir hacia arriba o dejarnos llevar hacia abajo. Está en nuestras manos.
Director de Relaciones Externas de seis60