Jesús Manuel Caro Aguilera – Alumno en prácticas de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla
En la Facultad de Comunicación, un alumno de Periodismo aprende a atender el barco con el que navegar por el vasto mar de la Comunicación. La extensión inabarcable de informaciones, un océano cada vez mayor, es un reto exigente para el que es necesario un navío bien construido a base de los principios más ineludibles del Periodismo. Sin ellos, los navegantes no siempre podrán atravesar los temporales que se avecinan.
Sin embargo, el embarcarse no es más que el principio de la verdadera historia del navegante. Se deja atrás la vida cómoda y animada del puerto para adentrarse en un maremágnum donde no es fácil orientarse.
Hacer las primeras incursiones mar adentro en buques con una buena tripulación proporciona valiosos aprendizajes para un futuro de navegante. De entre los barcos amarrados a puerto en la primera convocatoria de prácticas a la que opté, elegí un velero modesto en comparación con otros grandes navíos. Sabía que las ansias de aquellos grumetes que pretendían formar parte de un importante barco terminaban en muchas ocasiones en las bodegas sin siquiera asomarse al mar. Sin embargo, el velero de Seis60 tenía un robusto casco y altas velas.
En cuanto subí a bordo, descubrí que los veleros son capaces de moverse con rapidez y adaptarse a las condiciones más diversas capeando las marejadas con originales maniobras. Sin embargo, los grandes navíos son pesados y lentos, y la difícil tempestad la están enfrentando soltando lastre.
El mar se va abriendo mientras voy navegando y descubriendo el mundo que no se ve, más allá del puerto, detrás de la noticia y de las retóricas de líderes y empresas. Lo primero es quedarme fascinado por cómo funciona el mecanismo de velas que permite a los barcos avanzar incluso con tiempo endiabladamente adverso. Lo siguiente es la necesidad de comprender el mecanismo y poner algo propio para que la travesía sea más fructífera.
Pero sobre todo, lo más gratificante para el grumete que apenas pasó del astillero es la sensación del mar, que embriaga en un velero pequeño pero robusto, con una gran travesía marcada en el GPS y bien capitaneado.
El océano de la Comunicación sigue siendo inabarcable, pero los mapas para saber cómo orientarse son un poco más comprensibles si una buena tripulación te enseña a descífralo.