Intentamos hacer un sencillo trámite con la Administración Pública. Cogemos el teléfono y marcamos. Nadie contesta. Otra intentona y… nada. Vaya por Dios, ¿será porque estamos en vacaciones? Casi al momento nos quedamos fascinados por la tranquilidad con la que muchas entidades y empresas se permiten el lujo de desconectar del mundo durante semanas y semanas sin tan siquiera dejar un contacto o un compañero de guardia.
Al fin y al cabo, estamos en verano. Todo cierra y la gente huye hacia la costa, la montaña o cualquier otro lugar alejado de la rutina. Sin embargo, hay algo que, aunque no lo creamos, permanece. La información fluye, no espera a que el calendario llegue a septiembre; es constante, impaciente. ¿Podemos imaginar una cadena de TV que se despida desde julio hasta el comienzo del nuevo curso? ¿Qué pasaría si un periódico decidiera tomar un receso y citar a sus lectores hasta que toda su plantilla regresara a la ciudad?
Del mismo modo que la prensa sigue trabajando, la imagen pública de nuestros clientes también fluctúa y, por tanto, ahí debe estar una buena agencia de comunicación sea la época que sea. Pongamos dos ejemplos.
Ejemplo 1: Un periodista quiere entrevistar al portavoz de una empresa. Llama a su agencia de comunicación repetidas veces y no le cogen el teléfono. ¿Qué podría opinar este redactor de sus colegas? Pensaría, con razón, que no son buenos profesionales.
Ejemplo 2: El mismo periodista, harto ya de esperar, decide publicar una entrevista con otro portavoz de otra empresa. Llama al contacto de comunicación y no sólo le cogen el teléfono, sino que le gestionan las declaraciones con rapidez. En este caso, la agencia gana un punto con este medio y muchos más con su cliente.
Y es que no se pude dejar tan a la ligera un tema tan delicado como la información. El contacto diario, el buen trabajo hecho durante meses, puede ir al traste en unas semanas en las que todo el mundo baja la guardia. ¿Todo el mundo? Los medios de comunicación no.