La interminable crisis en la que estamos sumergidos desde hace ya más de cinco años está transformando los patrones de comportamiento, a la hora de captar clientes, de infinidad de grandes empresas. Sin embargo, en algunos casos, los productos y servicios de estas grandes empresas no varían. Esta situación está ocurriendo actualmente en el sector de la ‘Comunicación’, y más aún en las ‘Agencias de Comunicación’, aunque puede que en otros ámbitos pase algo semejante.
Se trata de un comportamiento que, hasta hace cinco años, era impensable e inconcebible: las grandes agencias de comunicación optan a todo, a cualquier cliente, a cualquier concurso o licitación, a cualquier proyecto. Sin distinciones de ningún tipo.
Una agencia de comunicación grande, desde siempre, ha sido selectiva. Incluso sus clientes formaban parte de un tipo de empresas exclusivas, grandes cuentas. No cualquier empresa podía permitirse el lujo de contratar los servicios de la gran agencia de comunicación de antaño. Pero, como en la mayoría de los sectores, se trataba de una burbuja que explotó, ya que, además, en muchos casos, los altos precios que pagaban sus clientes no eran correspondidos en trabajo recibido.
Llegó la crisis, las grandes cuentas caían, los clientes se desplomaban, y las grandes agencias de comunicación tuvieron que cambiar sus patrones de conducta.
Nos encontramos, por tanto, con un panorama donde la gran agencia de comunicación gana clientes de un perfil más bajo (de la tipología que sea y con la facturación que sea), debido a su nombre y reputación. Son clientes que antes ‘pertenecían’ a la pequeña y mediana agencia, que ahora los pierde.
No obstante, esta situación beneficia, aunque parezca totalmente lo contrario, a la pequeña y mediana agencia, a medio-largo plazo. Tarde o temprano, estos nuevos clientes de perfil bajo acaban concluyendo sus servicios con las grandes agencias puesto que ven en la pequeña agencia una atención proactiva y constante, y un retorno de la inversión más claro.
Director Técnico de Seis60
