Es posible que en los últimos tiempos hayas oído esta palabra, que tan culta suena, para describir la voluntad de crear conflicto y malestar en la sociedad, ya sea a través de las redes sociales o de los medios de comunicación. Agitprop es un concepto recurrente para acusar a alguien de propagandista y de alimentar la agitación adrede. Se puede ver, por ejemplo, en estas publicaciones de El Mundo, El Periódico de Catalunya y Voz Pópuli.
¿Hasta qué punto es exacto utilizar este concepto como sinónimo de la propaganda agresiva? A continuación, veremos cuál es el origen del Agitprop adentrándonos en la interesante historia de la revolución soviética.
La necesidad de llegar al corazón
Agitprop significa, como su nombre indica, propaganda de agitación. El termino nació del Departamento de Agitación y Propaganda que pertenecía al Partido Comunista de la Unión Soviética. Puede sorprender que se utilicen de forma institucional los conceptos agitación y propaganda, por lo que es necesario dejar claro qué significaban estas palabras en aquel contexto.
El término propaganda hacía alusión a una comunicación que pretendía informar a las masas de los logros, las medidas políticas y la situación del gobierno soviético. Por tanto, se entendía como una comunicación política de cierta profundidad que condensaba varias ideas capitales que el campesino debía conocer. Por desgracia para el propagandista, la comprensión o asimilación de estos mensajes explicativos no estaba al alcance del gran público, por lo que hubo que buscar alternativas.
Así nació la figura del agitador, que simplificaba el mensaje político a una o muy pocas ideas y apelaba al lado más emocional. Una estrategia más efectiva para llegar a las masas que se alejaba de la palabra escrita y utilizaba otros canales que permitieran una mayor carga de expresividad, como el discurso oral o el uso de la imagen en carteles, fotografías o películas.
Este texto de Lenin extraído de su ‘Qué hacer’ (1902) explica esta diferenciación entre propaganda y agitación:
“Hasta ahora creíamos (…) que si un propagandista trata, por ejemplo, el problema del desempleo, debe explicar la naturaleza capitalista de las crisis, mostrar la causa que las hace inevitables en la sociedad actual, exponer la necesidad de transformar la sociedad capitalista en socialista, etc., en una palabra, debe comunicar “muchas ideas”, tantas, que todas ellas en conjunto podrán ser asimiladas en el acto sólo por pocas (relativamente) personas. En cambio, el agitador, al hablar de este mismo problema, tomará un ejemplo, el más destacado y más conocido de su auditorio —pongamos por caso el de una familia de parados muerta de inanición, el aumento de la miseria, etc.— y, aprovechando ese hecho conocido por todos y cada uno, orientará todos sus esfuerzos a inculcar en la “masa” una sola idea: la idea de cuán absurda es la contradicción entre el incremento de la riqueza y el aumento de la miseria; tratará de despertar en la masa el descontento y la indignación contra esta flagrante injusticia, dejando al propagandista la explicación completa de esta contradicción.”
Kazimir Malevich – Fuente
No hay que olvidar que, tras la Primera Guerra Mundial, Rusia se enfrentaba a un conflicto civil entre los soviéticos y el Ejército Rojo por un lado, y los conservadores y exzaristas por otro, facción al que se le unió una suerte de potencias extranjeras (EE.UU., Japón, Francia, Inglaterra, Polonia…) en el denominado Ejército Blanco. Esta gran crisis política, económica y social hacía necesario a ojos de los soviéticos acudir a una comunicación rápida y efectiva que mantuviera al campesinado de su lado a pesar de las dificultades.
En estos años, la estrategia de Agitprop se basaba en establecer por todo el país unos centros dedicados a organizar planes de propaganda y agitación que se recibían el nombre de agitpunkty. Estos puntos de encuentro contaban con bibliotecas, aulas, cantinas y salas de teatro y cine. Combinaban su actividad permanente con la de los trenes y barcos de Agitprop, que acudían allí donde la acción política se consideraba más urgente y necesaria. Estos transportes constaban también de bibliotecas y librerías, además de pequeñas imprentas para producir pasquines y pequeñas publicaciones. Su llamativa decoración exterior los hacía especialmente llamativos cuando llegaban a las poblaciones pequeñas.
Tren de Agitprop – Fuente
Arte Agitprop
Se conservan multitud de carteles de aquellos años que trataban de encender las conciencias de la extensa población campesina. Un ejemplo es este trabajo de Vladímir Mayakovski en el que se lee: “¿Quieres vencer el frío? ¿Quieres vencer el hambre? ¿Quieres comer? ¿Quieres beber? ¡Date prisa y únete a las brigadas de choque del trabajo ejemplar!».
Vladímir Mayakovsky
La cartelería era un medio especialmente efectivo para este tipo de mensaje político, ya que permitía difundir de forma masiva eslóganes e imágenes muy expresivas. Además, eran relativamente baratos, ya que un simple letrero bien colocado puede llegar a miles de personas.
Además, los carteles daban la oportunidad a los artistas para poner las últimas vanguardias al servicio de la propaganda y seguir innovando. Es la era del Cubismo o del Expresionismo, pero sobre todo del Suprematismo y el Constructivismo ruso. Se crea una estética muy característica que, al verla en nuestros días, se asocia rápidamente a este contexto histórico. Se puede ver, por ejemplo, en este cartel de Vladimir Lebedev que exalta el poder de la armada rusa.
Vladimir Lebedev – Fuente
Además de una estética muy marcada, se crearon imágenes que han trascendido más allá del tiempo y las ideologías para convertirse en iconos mil veces repetidos. ¿Acaso no resulta familiar este cartel de Aleksandr Ródchenko?
Aleksandr Ródchenko – Fuente
Ninguna disciplina artística quedaba ajena a esta corriente: pintura, diseño, fotografía, arquitectura y hasta la moda. Los diseños de Varvara Stepanova y Liubov Popoba absorbieron ese espíritu revolucionario que, sin embargo, no pudo llegar al gran público debido a que las fábricas rechazaron producir este tipo de prendas.
Diseños de Varvara Stepanova. A la derecha, la propia Stepanova probándose uno de ellos – Fuente
En definitiva, el Agitprop se expandía a través del arte total para enrolar a los habitantes de aquella Rusia a una causa revolucionaria que mantenía infinitos frentes abiertos, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Un gran proyecto de comunicación política que se caracterizó por la ambición de encontrar nuevos métodos de persuasión en un mar de dificultades y cuyos méritos deben ser valorado en su justa medida, independientemente de la óptica histórica y política con la que se pueda estudiar en la actualidad.